viernes, 28 de diciembre de 2012

Capítulo 14: "Quisiera encontrar la respuesta".

Holaaaaaaaaa :'3 Vale, me habéis pillado, la imagen tiene poco que ver con el capítulo (pero gracias a quien la haya colgado en Tumblr, la amo mucho),  bueno, aunque ni el título siquiera tiene demasiado que ver con el capítulo. Aunque no soy directioner, me pilló escuchando una canción suya, 'Irresistible', cuando me dio por escribir, y la he reproducido como diez millones de veces mientras escribía el capítulo, así que en cierto modo se lo debéis que esté aquí. Escuchadla aquí, después de todo he utilizado una frase que más o menos le pegaba al capítulo de ella. Siguiente, muejeje, FELIZ NAVIDAD Y 2013 (sí lo sé, soy pesada). Espero que a quien quiera que lo lea le guste, éste especialmente me lo he currado mucho, y me resulta bastante deprimente que parece que sólo dos personas se molestan en leerlo. Si no fuera por ellas dos, haría ya tiempo que hubiese dejado de publicar (y no creáis que no lo pienso). Pero en fin, os dejo de mis ralladas, disfrutad sed buenos y que Papá Noel y los Reyes Magos se porten bien :)

-¿Me puedes explicar qué estás haciendo? Alguien nos ha encerrado en una caseta y tú estás sentado en el suelo leyendo. ¡De verdad que no te entiendo, Jay!
Jay sólo se llevó el dedo índice a los labios, para indicarle a Kathleen que guardara silencio.
-¿No te das cuenta que quien nos ha encerrado aquí no es otro que nuestro misterioso colaborador? Este libro también lo ha dejado aquí queriendo para que nosotros lo leamos. Era el libro del que nos habló Keegan.
Kath calló y se limitó a acercarse a Jay. Se sentía tremendamente estúpida, y no entendía como su compañero podía ser tan buen detective.
-Mira, lee.- el rubiales le pasó el libro con sumo cuidado, y Kathleen leyó.
El libro estaba descolorido, manido y manchado de café, agua y el paso de los años. Las letras se confundían y apenas se podía leer nada claro.
-Gill Freeman… Cedric Mitchell… Desaparecidos… Febrero de 1982… Creo que todo esto lo sabíamos ya, rubito.
-Sigue leyendo, es que tienes muy poca paciencia, hija de mi vida- Jay le contestó en un tono más bien exasperado.
Kathy siguió con la lectura. Cazó algunas que otras palabras: Director- Warwick Plassmeyer- Jefa de Estudios- Gaelle Milner- Desaparecida también- Daniella Milner- Hija- Sospecha.
El agua de la lluvia se filtraba a través del techo y les salpicaba en la cabeza. Jay se rascó y miró la cabaña, una vez más. Era pequeña, muy pequeña, fea, vieja y completamente deshabitada, pero tenía un aire cálido y seguro que le era muy familiar, como sacado de un sueño. De repente, el aire cálido del lugar se vio alterado por el repiqueteo de una gota de lluvia en la ventana, a la que siguieron otra, y otra, y otra más. El cielo empezaba a cubrirse.
-Si tú fueras una chica de dieciséis años corriente, pensaría que la lluvia es una mala pasada del otoño, pero el tiempo que hace que te conozco me ha enseñado que las casualidades no existen.
-No- respondió, seca. Había levantado la vista, y la tenía fija en un punto aparentemente invisible de la pared. Sus verdes ojos estaban vidriosos.
Kathleen tiró el libro al suelo y se fue acercando a la pared (que, teniendo en cuenta el tamaño de la cabaña tampoco suponía que hubiera caminado mucho más de cuatro pasos). Dejó la vista fija en aquel punto y, tras un par de minutos, la tabla empezó a quebrarse.
-¿Kath… Kathy?- preguntó dubitativo.
Kathleen lo miró. Dios, qué ojos tan bonitos tenía.
-¿No habías pensado que uno de nuestros poderes especiales es desplazar cosas con la mente?
-Inteligente por tu parte. Yo creía que te habías quedado fija porque habías leído esto.
En la siguiente página del libro se leía, escrito sobre el texto original, en letra menuda e irregular “99 Hijos de Agua y Fuego”.
-¿Eso qué es un grupo musical o algo por el estilo?
-No sé- Jay levantó el libro y un papel de la parte de atrás cayó al suelo.
Kathleen cogió el papel. Era una factura que se había colado por accidente en el libro. El nombre de aquella librería le era vagamente familiar… Se parecía… No, más bien era igual que el nombre de la librería en la que había estado Jay, Abby, Louis y ella.

“Para ser finales de noviembre, el día resulta simplemente exquisito. El sol brilla y no hay nubes a la vista. Quizás haga demasiado frío para mi gusto, así que lo he intentado solucionar poniéndome el jersey de cachemira gris que me regaló Ben, el amigo de Gaelle, las Navidades pasadas.
He estado de compras con Gill, perdón, Bessie , ya que ambos  teníamos el día libre en el trabajo. Hemos estado eligiendo algunos muebles para la habitación de la niña. Parece mentira que ya vaya a nacer, mi hija, mi primera y dulce hija; y siento como si fuera ayer cuando Gill- Bessie y yo nos casamos clandestinamente en aquella vieja iglesia, y más aún cuando mi linda esposa me dijo que íbamos a ser papás. Pero el tiempo pasa, y soy extremadamente feliz de poder disfrutarlo.
Ding-Dong, la visita está en la puerta. Corro a abrir.
Me encuentro, en el rellano, a una estilosa mujer de unos cuarenta y ocho años, vestida con un abrigo de piel. El tiempo no ha dejado demasiadas marcas en ella, sus ojos de ese gris indefinido, su nariz un poco aguileña y sus labios finos, siempre coloreados de carmín rojo, parecían exactamente iguales. Y su manía por los tacones, también. Para la ocasión había elegido unos tacones de salón, de piel de leopardo (espero que fuera falsa).
-¡Cedric!- le hago un gesto rápido y de momento recula- Esto… Roy… ¡Benditos los ojos que te ven! Estás hasta más guapo que la última vez que nos vimos
Me abraza y me da un fuerte y pegajoso beso.
-Tú sí que estás genial, Gaelle, parece que te conservas en manteca, o algo así, porque sigues igual que hace veinte años.
Me sonríe. Pasamos a la casa.
Gill nos espera en el salón. Está sentada en el sofá, leyendo una revista. La larga cabellera, castaño clara desde que nos cambiamos el color de pelo para huir del Internado, le cae recta sobre el pecho. Lleva un vestido rosa claro de premamá, que deja notar claramente su redonda y simpática barriguita.
-¡Gill, tesoro!- Gaelle corre a sentarse a su lado y a saludarla.
Yo me siento en el sillón de al lado.
-¿Quieres una galleta, o un poco de café? Lo hemos hecho nosotros.
-Oh, gracias, hijos míos- coge una galleta y una taza de descafeinado con leche- Venga… Contadme… ¿Cómo lleváis la paternidad? ¿Estáis emocionados?
-La verdad es que sí, un bebé siempre es un rayo de luz en nuestras monótonas vidas, Gaelle, pero a Gill no le está sentando nada bien el embarazo.
-¿No? ¿Y eso, tesoro?
-No sé, vomito mucho y pierdo constantemente las fuerzas. El médico dice que será un parto complicado, por eso me dio de baja en el trabajo desde ayer. Hoy hemos estado comprando cosas para la habitación.
-Oh, qué lindo. Yo os he traído unos patucos de mi Daniella, espero que os gusten- le da a Gill una bolsa en la que vienen unos preciosos patuquitos rosa bebé. Le damos las gracias- Y, ¿habéis decidido el nombre?
-Yo quiero ponerle Charlotte, o Lucy, pero Gill está obsesionada con “Catherine”.
-Siempre me ha gustado Cath, o Cathy. Me resulta adorable. Pero bueno… ¿Qué pasó con lo que nos contaste por teléfono, Gaelle? ¿Qué ha sido de tu hija y de tu nieto?
La vista de Gaelle se nubla por las lágrimas.
-Quisiera encontrar las respuestas. Después de vuestra huida, como bien sabéis, Daniella y yo tuvimos que huir también al poco tiempo, en cuanto el Señor W y el resto de los de la Hermandad comprendieron que había sido yo la que os había ayudado a escapar. Así es que mi niña y yo nos refugiamos con Ben en Belfast, y nos cambiamos la identidad a Rosalina y Rebecca Witter. Sin embargo, mala suerte del destino traicionero, que Daniella quería estudiar Filología Inglesa en Londres. Volvimos a la ciudad y, obviamente, la encontraron una mañana yendo a la Universidad. Supieron que era ella porque es una calcomanía mía, así que la raptaron- el llanto cada vez es más fuerte y persistente- no sé exactamente qué hicieron con ella, pero al parecer la han maltratado, amordazado y violado muchas veces. Finalmente, conseguí rescatarla, con la ayuda de Ben y sus amigos. Cuando la rescaté, me contó que le habían eliminado su identidad secreta y que estaba a punto de dar a luz. Eso fue un 20 de junio. Tuvimos que recorrer media Gran Bretaña, para llegar a tiempo y que el bebé pudiera nacer en un hospital alejado de los monstruos de la Hermandad. Sospecho que nos siguieron, porque cuando el 21 llegamos de urgencias, el médico que nos atendió el parto me era familiar, pero yo sólo le veía los ojos, porque llevaba gorro, mascarilla y un traje muy extraño, que no le había visto nunca a ningún otro doctor.  Aunque, con el nerviosismo por el nacimiento del bebé, comprendedme, era fruto de una violación a una chica de diecisiete años que había pasado varios meses encerrada en un búnker sin higiene ninguna, no le presté atención al detalle. El parto se hizo lento, largo, y nada más oía a mi hija gritar. Cuando por fin nació, pasó el médico corriendo con el bebé lleno de sangre, lo paré y me dijo ‘Espérese que voy a lavarlo y ahora lo ve’. El detalle me resultó extraño, aunque lo entendí todo al entrar. ‘Rupert… Greyback’. Sólo necesité ésas palabras de mi hija, que se encontraba medio muerta ya. Greyback, ese politicucho que también era el padre de mi nieto y un miembro de la Hermandad, había sido el ‘médico’. Por mucho que corrimos, ya había desaparecido. A los pocos días apareció en las noticias que el capullo de Greyback había desaparecido sin dejar rastro, y otra noticia que decía que habían encontrado un bebé sin identificación ninguna y de pocos días tirado en mitad del campo. Mi hija y yo atamos cabos. Desde ese día no sé nada de ella. Creo que se fue en busca del bebé, pero aún no la he encontrado.
Gaelle sigue llorando.
-Gill, cariño, trae de la cocina un trozo de tarta de chocolate de la que nos ha dado Martha, la vecina. A ver si se anima.
-Ahora vengo, cielos.
En cuanto Gill está lo suficientemente lejos como para que no pueda escucharnos, comienzo a susurrarle a Gaelle:
-¿Sospechas lo mismo que yo?
-¿Qué sospechas tú?
-Que tu nieto y mi hija son…- trago amargo- … Los siguientes.
-Lo había pensado, al menos en el caso de mi nieto.
-Las piezas encajan. El niño nació en el Solsticio de Verano, y Gill cumple el 20 o el 21 de diciembre, las fechas claves. El desgaste que estamos sufriendo Gill y yo. Y la desaparición sin dejar huella alguna de Greyback. Seguramente sería el primero en mirar a los ojos a tu nieto.
-Sí… Todo tiene sentido pero… ¿Cómo vais a ser dos Hijos los padres de otra Hija?
-No sé, eso tendrás que averiguarlo tú. Ya sabes que un Hijo muere cuando sus sucesores están en la Tierra, así que probablemente me quede un escaso mes sobre la Tierra.
Gaelle me toca la mejilla.
-¿Estás preparado para el destino final?
-He tenido una vida maravillosa los últimos catorce o quince años con Gill. Quisiera poder estar con mi hija, pero, en fin, nunca dijeron que la vida fuera fácil. Pero no quiero decirle nada aún a Gill, por favor.
-Te guardaré el secreto.
-Sólo te pido que te encargues de encontrarlos, y unirlos de alguna manera, si es que el destino o los Hombres Malos no lo hacen antes. No te olvides de decirle a mi pequeña que ella y su madre han sido las dos personas que más he amado en la vida.
-Lo haré, estoy pensando cambiarme la identidad y volver a Londres. Quiero vigilar de cerca el Internado. Me encargaré de que tu hija y mi nieto estén a salvo. W y los suyos no volverán a hacerles daño.
Una silenciosa lágrima surca mi mejilla.
-Echaré de menos el mundo, Gaelle. Me gustaba, ya sabes, estar vivo.
                                                                                  Cedric, 28 de noviembre de 1996



-¡No puede ser! ¿Otra vez han escapado? ¿Para qué mierda te traigo aquí, si eres una inútil? Tu padre insistió en mandarte a Suiza a un Internado, pero no… Como yo estaba acostándome por las noches con tu madre, peleé para traerte aquí y buscarte algún provecho.
-Hablas de mi madre con respeto, que me importa poco lo que hagáis por las noches, viejo verde.
La conversación comenzaba a elevarse. La chica joven, que en aquella vez llevaba el pelo escardado y coloreado con mechas de tonos oscuros, se levantó y se dispuso a marcharse.
-¿Qué, qué pasa? Aún no hemos terminado de hablar. Siéntate, jovencita.
Se volvió, cabreada, y tomó asiento.
-Odio tu actitud chulesca.
-Y yo tu cara y la aguanto.
-Pero, vamos a ver, ¿qué pasa contigo? ¿NO QUIERES LA INMORTALIDAD, O QUÉ?- le gritó, y se levantó de su sitio, dando un golpe seco en la mesa- eres una malcriada niña de papá, y te doy la oportunidad de ser parte de un ambicioso proyecto, pero tú a tu rollo.
-¿Tu forma de integrarme en ese ambicioso proyecto…- y entrecomilló bastante lo de “ambicioso proyecto”- es que me pase el puñetero día detrás de Romeo y Julieta para impedir que se den el besito de buenas noches? Además, ni siquiera he tenido ganas de participar nunca. No quiero la inmortalidad, ¿vivir eternamente para qué, para veros el careto a ti y a mis padres? JÁ.
-¿Qué dices jovencita? ¡Tu madre y yo preocupados por ti, por conseguirte el mayor sueño de la humanidad, y tú farfullando en ese sofá?
La chica había estado entretanto toqueteándose los múltiples pendientes que pendían de su oreja derecha:
-¿El mayor sueño de la humanidad? Será para los sin vida como tú. Si sabes disfrutar, una vida es más que suficiente. No como vosotros- las lágrimas comenzaron a aflorar- Que estáis tan obsesionados con la maldita vida eterna en la Tierra, que no apreciáis los detalles, y encima pretendéis hacerme la vida imposible a mí también. ¿Alguno de vosotros me quiere? Lo dudo mucho.
El hombre de pelo canoso y traje de chaqueta le iba a replicar cuando la puerta se abrió.
Apareció una regordeta mujer muy maquillada y ataviada con un horrendo atuendo de falda y camisa en amarillo limón.
-Jefe, los pajaruelos están en el nido. Será mejor que la señorita de los piercings suba a cumplir su misión.
La chica le dedicó una mirada de asco y se levantó, dispuesta a marcharse.
-No me decepciones más- le dijo el hombre.
Se volvió de la puerta al oír eso, se puso enfrente de él y le escupió en plena cara. Acto seguido, salió del despacho.
    
                                                       -○-

Era tradición en el Internado que los delegados de clase ayudaran a decorar la sala de actos para el Concurso de Navidad.
-Gracias, Jay, tío, por venir a ayudarme, no sé qué habría hecho…- mientras ambos pintaban un gran cartel en el que se leía “XX CERTAMEN ANUAL DE NAVIDAD”, Keegan se entretenía hablándole a todo el mundo, especialmente a su mejor amigo.
-Perdona, tío, hoy tengo un día raro, pero dime ¿cómo tú, el más perfecto desastre es delegado de clase?
-Mi querida Abby- dijo con evidente tono de sarcasmo- Las votaciones a delegado eran el día de mi cumpleaños, antes de que Kath y tú llegárais al Internado, el 5 de septiembre creo. Teníamos hecho un trato, todos votaríamos a Vanessa de delegada y al tontón de nuestro Callum para subdelegado. Entonces llegó el tongo en las votaciones: Abby fue convenciendo a todos que me votaran como “Broma de Cumpleaños”. Lo que no sabía nadie es que el cargo de delegado es intransmisible y que está prohibido dimitir.
-Vaya…- Jay seguía evidentemente absorto en sus pensamientos.
-Campeón, ¿vamos a ver a mi novia y a tu proyecto de novia? Es que me aburro como un condenado con esto de pintar.
-Vale, me parece bien.
-Seguro que están hablando de lo que harán en el concurso de talentos, o de lo que se pondrán en el cumpleaños de Kath.
-¿Cuándo es el cumple de Kathleen?
-¿No lo sabías? El viernes 21. Cumple dieciséis y hay fiesta en el salón de reuniones de las chicas.
Aunque Keegan estaba en lo cierto sobre el cumpleaños de Kathleen, se había equivocado en su suposición sobre el contenido de la conversación de las chicas (bueno… Quizás no del todo).
-El sábado tendré que ir al Harrods. ¿Tú te crees que no tengo nada para ponerme para tu cumple?
Kathleen estaba tendida sobre su cama leyendo un comentario para Filosofía.
-Eh… Sissie, cielo, ¿y esos pantalones chinos beige que tienes ahí?
-Ah, imposible. Me los puse para la fiesta de Cara Lancaster.
Kath puso los ojos en blanco.
-¿Y qué tal esa falda negra de lentejuelas?
-Me la puse el día de Año Nuevo.
-¿Cuándo?
-En 2010.
-¡Cecilia!
-Vale… Está bien- cogió la falda- La verdad que esta falda me encantaba cuando me la compré en la tienda de Massimo Dutti en España.
-Sí, claro, yo también voy a España a comprarme una falda de lentejuelas…- comentó Kath.
-¿Qué dices? Bueno, es igual. ¡Anda! ¡Mira, ya sé con qué tacones me la puedo poner!
Le mostró unas altas plataformas negras de tiras que valían más que el vestuario completo de Kathleen.
-No me lo digas, el problema es que no tienes una camisa blanca adecuada.
-¡Exacto!- se tiró sobre ella en la cama- el sábado nos vamos de compras, te guste o no, amiga mía. Vamos a dejar a nuestros rubios boquiabiertos. Venga, y ahora termina de enseñarme ése misterioso libro que has recogido en La Cabaña del Amor.
-Eres una cursi sin solución- le pasó el libro entre risas.
Sissie lo miró largo y tendido antes de hacer un comentario, mucho más inteligente de lo que alguien que no la conociera se esperaría de ella.
-Supongo que nuestro director era también director de Gill y Cedric. La tal Gaelle creo recordar que era la Jefa de Estudios, y dicen que fue ella la que secuestró a los chicos porque al poco de la desaparición de éstos dos, lo hicieron ella y su hija, la tal Daniella. Ahora que leo estos nombres… Me suenan de unos documentos que tenía Margaret…
-¿Margaret? ¿La bibliotecaria?
-Sí, los encontramos Keegan y yo el otro día mientras nos dejó de vigilantes. Keegan creía que era una asesina en serie o una espía del MI6. Yo sólo sospecho que es madre.
-¿Oh, sí? Parece un poco joven.
-Sí, sobretodo porque creo que su hijo es de nuestra edad. Era súper dulce la foto que tenía de su bebé. Kath… ¿Kathleen?
Kathleen se había quedado fija en la puerta, pero no porque estuvieran llamando (que también lo estaban haciendo?, o porque quisiera romperla como en la cabaña; simplemente tenía una visión.




















jueves, 20 de diciembre de 2012

MERRY CHRISTMAS AND OTHER THINGS

Bueno, creo que el título describe en general el contenido de esta entrada, pero por si no había quedado claro: ¡Feliz Navidad y Próspero 2013 para todos! ^.^
Simplemente, creo que esta época es mágica, y bonita y... (DE ACUERDO, SEAMOS SINCEROS, ESCRIBO ESTO PORQUE AÚN NO HE TERMINADO EL CAPÍTULO 14) creía que merecía la pena dedicaros unas palabrillas, y unas fotillos, y tal... SÍ, SOY UNA ADICTA A LA NAVIDAD, ¿QUÉ PASA? JAJAAJAJA
Vengaaaaaaa... Y ahora, vamos a contar algunas cosillas así, que sabéis (y si no lo sabéis, ya iba siendo hora de que os diérais cuenta) lo mucho que me gusta hablar:
PRIMERO: Y ESTO ES UNA ORDEN... Visitad el blog de Dillaardi, una chica súper maja: Historias Entre Todos. Está bien, os explico, os explico. Ella está en proceso de escribir una historia, titulada 'Michelle', con una sinopsis increíble y que tiene una pinta estupenda; ya está el prólogo, el cual es también maravilloso jaja. Y bueno, pues ella organizó un concurso para que los demás bloggers creáramos cuatro personajes (dos chicos y dos chicas) para la historia; el cual, me complace anunciar (qué ridículo suena eso) he tenido el privilegio de ganar. Así que el personaje creado por mí, Cassie Clawson (creo que os gustará, muejeje) saldrá en la historia. Peeeeeeero, es que además mandé el perfil de un chico, el cual está siendo votado por el público (porque la mitad de los personajes los elige la autora, la otra mitad los visitantes del blog). No os obligo a que lo votéis, por eso mismo ni os he dicho cuál es su nombre, pero sí es cierto que hay personajes estupendos y que merecería mucho la pena que los mirarais y los votarais.
A mis admiradas Carol y April no les hago más publicidad, porque creo que sus blogs son tan suficientemente buenos que sin que yo os lo diga ya deberíais haberlos leído: Diario de Mar, de April y BethKatil y Primer Vasallaje de Los 25, LJDH, de carolpiscis1803.
Bien, ya terminé mi sesión matutina de patrocinio, y ahora vamos con algo que (realmente) debería importaros: ¡MI CAPÍTULO! Síííííí... Está escrito... Ejem, esto... En mi cabeza. En el documento de texto habrá escrito como ¿un párrafo? Pero en fin, terminé los exámenes, me dieron las vacaciones y ahora gozo de todo el tiempo del mundo para mirarme el ombligo (no penséis que voy a hacer eso, es una metáfora) y para escribir, así que estaos atentos que cualquier día aparezco con un capítulo para Premio Nobel (bah, tanto no, seamos realistas; un capítulo corriente).
Y... En fin. Disfrutad de las Navidades, que es una época súper dulce y mágica... El frío que se queda impregnado en tus mejillas. El olor a chocolate, hojas de pino y hogar. Las luces de colores. Los adornos. El árbol. Los regalos. Las moñas y las flores. Bueno, simplemente el ambiente a Navidad que se respira en el aire.
Parece que en estas fechas todo tiene otro color, todos volvemos a ser niños otra vez. Las sonrisas, los simples momentos, las tazas de café con los amigos, los paseos por la calle. Cada pequeño detalle se hace especial, adquiere otro color, otro sabor. El simple hecho de decorar la casa hace que quieras volar.
¿Qué quieres estas fiestas? Un mínimo gesto, un solo beso, una simple caricia puede ser especial para alguien. Regala tu sonrisa.
Sé un niño otra vez. Ríe, corre, sueña, dales lo mejor de ti, y ellos te darán lo mejor que tengan. Sé tú mismo, sé feliz y nunca, nunca crezcas. Prohibido :)
¿Estás ya preparado para la Navidad? Kathleen, Jay y compañía también lo estarán en el próximo capítulo.
Nunca dejes de soñar, pues algún día tus sueños pueden hacerse realidad.
"¿Cómo no va a existir Papá Noel? Entonces habría un montón de duendecillos en paro"- Goofy, Mickey Descubre La Navidad.
Keep calm and believe in Santa.
Hasta otra, bonitos y bonitas,
Julia M.




miércoles, 5 de diciembre de 2012

Capítulo 13: ¿Quién es Gaelle Milner?


Buenas tardes a todos y feliz #Miernes JAJAJA (si no tenéis puente, ups, excuse me:$). Bueno, por fin me decidí a escribir y publicar el capítulo 12+1 (13, si no sois supersticiosos) Y AQUÍ ESTÁ *Aplausos*. Vale, siendo sinceros tampoco es pa' tanto, y sé que la foto es una caquita, pero ha sido lo mejor que he podido hacer; en fin, espero que le guste a quien quiera que sea que se moleste en leerlo :( Dejando a un lado mis melodramas, ¡PASAD UN BUEN DÍA! Muacccccck

-Si tenemos un barril con un volumen de 20 dm cúbicos de agua, a presión constante de una atmósfera y…
Mientras Aggie O’Connell, la eterna profesora de Física y Química del Internado Brotherhood escribía el problema en la pizarra, la clase se dedicaba a cualquier cosa menos que a copiarlo en sus libretas: algunos, como Keegan, dormían; otros se mandaban notitas, otros jugaban a Angry Birds en el móvil y otros, simplemente, miraban al infinito dejando pasar la hora.
Bueno, quizás hubiese alguien haciendo algo un poco distinto. Jay y Kathleen estaban pensando en todo lo que habían descubierto la tarde anterior, y Abby se dedicaba a mirarles atentamente desde la parte trasera de la clase.
-Sissie- llamó de repente a su compañera de mesa.
-¿Qué pasa?- Sissie se sobresaltó. Había estado muy enfrascada en dibujar ‘Keegan y Sissie’ y un montón de corazoncitos alrededor en la última hoja del cuaderno.
-Necesito- le contestó al tiempo que garabateaba algo en un trozo de papel- que le mandes este nota a Jay.
-¿Y por qué no se la mandas tú? Está dos mesas a la derecha de aquí.
-Porque…
No le hizo falta terminar la frase, sólo un leve gesto de inclinación, indicándole que la pelirroja estaba echándoles el ojo.
-AHHHHHHH, VALE VALE, no hay problema, dame la notita- le guiñó un ojo, y se encontraba girándose hacia su derecha cuando…
-SEÑORITA TANNER, SALGA A LA PIZARRA, POR FAVOR.
La cara de Sissie se empalideció en cuestión de segundos. Se levantó, no obstante, decidida y con paso firme hacia la pizarra, dejando a Kath con la nota en la mano, nerviosa porque no tenía plan B.
Se giró, y vio a Abby lanzándole una maliciosa mirada. Vale, no era la mejor opción arriesgarse, no si quería mantener el cuello en su sitio. Y no era por los ataques celosos de Abigail, o por que le montara un escándalo; era porque sospechaba que su nueva táctica contra ella era contarle a su padrastro, don Plassmeyer, hasta cuando Kathleen pestañeaba.
Mientras tanto, Sissie seguía en la pizarra escribiendo fórmulas a diestro y siniestro, intentando dar con la adecuada.
-Cecilia, ¿sabe usted dónde está Lourdes?
-¿En… Francia?- respondió, tímida. ¿Aquello qué era, Física y Química o Geografía?
-Pues ahí tendrá que ir usted a hacer peregrinación si quiere aprobar mi asignatura.
-No… no… Espérese, Miss O’Connell, que ya me he acordado.
Sissie buscó la mirada de Vanessa entre la multitud, y ésta le respondió moviendo la cabeza afirmativamente. ¿Qué planeaban estas dos?, pensó Kath. Lo descubrió al ver a Vanessa sacar su móvil y, conforme ella iba escribiendo, lo hacía Sissie. ¡Claro, una idea genial!
Kathleen sacó también su móvil, tecleó rápidamente el contenido de la nota, y le envió aquel mensaje por WhatsApp a Jay. Éste, pocos segundos después, sintió vibrar algo en su pantalón y buscó su teléfono móvil. Se sorprendió al leer de quien era el mensaje, y miró hacia donde estaba sentada.
Kathleen: Cuando termine la clase, no vamos a ir a comer. Dile a Callum y Keegan que te encuentras enfermo, pero te vas a la salida. Yo llegaré después. Es importante, tenemos que aclarar muchas cosas sobre lo de ayer.

Jay la miró y le asintió.
Mientras tanto, y por desgracia para Sissie, el truco del teléfono les estaba saliendo igual de mal que a Babi y Pallina en 3 Metros sobre el Cielo*.
-Mmmm… A ver…- doña Aggie se acercó- Me sorprende, Cecilia, está bastante bien planteado. Dígame, ¿lo ha averiguado usted solita o ese teléfono móvil que guarda en la manga ha tenido algo que ver en su inspiración divina? Démelo.
Sissie le devolvió el móvil, y corrió a sentarse en su sitio.
-A ver…- se ajustó las gafas y miró la pantalla-… ¿Vanessa? ¿Señorita Cartwright? ¡No me esperaría esto de usted! Entrégueme también su teléfono- movió la mano en signo de premura.
Vanessa se dirigió cabizbaja hasta la parte delantera donde estaba la profesora, y le entregó lo que ésta le pedía.
-Ambos confiscados hasta el fin de semana cuando vengan sus padres. Y un cero para cada una. Agradezcan que no las expulso por esto.
Sonó la campana, y todos salieron corriendo, a excepción de Sissie, a la que paró Kath.
-Sissie… Necesito un pequeño-gran favor.
-Dime, pequeño saltamontes.
-Me sorprende que hasta cuando te echan la bronca sigas estando de buen humor para bromear.
-Bah, es la O’Connell, me habría deprimido si me hubiese regañado el bombón del profesor de Francés. Pero, venga, ¿qué te ocurre?
-En la cafetería, asegúrate que la pelmaza de la prefecta no salga en ningún momento, invéntate alguna escusa.
-Uhhhh… No hay problema. ¿A dónde vas?
-Jay y yo…
-¡OOOOOOOOH, OS VAIS A FUGAR!- comenzó a saltar otra vez, signo de que se emocionaba- ¿Vais a hacer Jaycitos y Kathleencitas, o preferís casaros primero? Me pido el papel de madrina…
-Sissie- Kath la detuvo- deja de montarte películas. Tenemos muchas cosas que resolver. Si Ida pregunta por mí, dile que…
-Muy fácil: le diré que estás en la habitación estudiando. Es algo que todo el mundo se creería de ti.
-Así me gusta. Venga, adiós.
Se dieron un abrazo.
-Adiós, pequeño pony.
-¿Te pasa hoy algo con los pequeños animales?- le gritó entre risas, mientras cada una se dirigía hacia un lado del pasillo.
Por fin Kathleen llegó a la puerta. Allí, escondido tras un arbusto la esperaba Jay.
-Venga, dime, Ojos Verdes, ¿adónde planeas llevarme?
-Sígueme- le dijo muy seria, mientras se encaminaba hacia el bosque.
El extraño descubrimiento que habían hecho el día anterior se hallaba también en la hoja donde aparecían los sonrientes Gill y Cedric: justo arriba, venía una foto de cada profesor que impartía clases ese año. Una, que era además la Jefa de Estudios, se llamaba Gaelle Milner. Vale, el nombre no era ningún misterio. Lo espeluznante era que era exactamente igual que Margaret.
-Kathy… No creo que en la cabaña haya nada que nos dé siquiera una pista de quién era esa mujer- le dijo Jay, que iba tras de ella.
-Quizás sea ella la que nos dejaba las pistas en la cabaña, piénsalo.
-¿Quién, Margaret?
-No sé, quien sea… No estoy segura de que sea Margaret… Si ella tiene ahora como unos treinta y tres, hace treinta años tendría tres. Además, la mujer de la foto parecía más mayor que nuestra dulce bibliotecaria.
-Sí, ya, yo he formulado las siguientes hipótesis: que Margaret sea inmortal y no haya envejecido desde entonces, que tenga una hermana gemela perdida por ahí, que haya venido del pasado al futuro mediante una máquina del tiempo como la de Regreso al Futuro, o que se ha sometido a una súper operación quirúrgica y se mantiene igual desde hace treinta años.
-No sé cuál es más rocambolesca, irreal o ridícula.
-Bueno, bueno, pues te dejo a ti que piensas, Doña Perfecta.
-Jay- le dedicó una mirada de concilia- es sólo una broma. Aunque reconoce que con lo del coche-máquina del tiempo y la perfecta operación quirúrgica te has lucido.
-Vale, la verdad que era un poco ridículo, pero teniendo en cuenta lo poco normales que somos tú y yo… Cada día estoy más convencido en que lo imposible, pasa.
-¿Lo imposible como qué, tener poderes especiales?
-No… Como enamorarme de una histérica perfeccionista.
Kath se paró en seco. Lo miró. Por fin lo había dicho, sin ponerse nervioso, sin cortarse y, sobretodo, sin que viniera del todo a cuento. Pensaba que iba siendo hora de ser sincero.
-Jay no estarás…
-Sí, Kathleen, estoy enamorado de ti.
-Pero, Jay…- empezó a hacer mucho frío, señal de que esta vez, la que estaba nerviosa era Kathleen. De hecho, el rubor empezó a aparecer en sus mejillas, y decía palabras sueltas, indecisa- Si ni siquiera nos hemos rozado… No puedes saber eso… Y… Nunca podríamos… No…
-Me da igual no haber podido acercarme nunca a ti, aunque también quisiera. No te he dicho que me gustes, lo cual es algo más físico, te he dicho que estoy enamorado de ti. Estoy enamorado de tu sonrisa, de tus perfectas facciones, de tu voz, de tu encanto, de tu ingravidez al caminar, de tu inteligencia, de tu dulzura y de tu determinación. No necesito tocarte para descubrir esas cosas.
-Ya pero…
-No te he pedido salir, sé que sería imposible. ¿Vamos?
Tomó la delantera. Kath lo siguió, muy nerviosa. ¿Debería haberle respondido “yo también”?
Llegaron a la cabaña y entraron. Ambos se quedaron tan fríos como una piedra.
-Jay… ¿qué ha pasado aquí?
Jay estaba igual de anonadado que ella: todas las cosas que había en aquella cabaña, sin excepción, había desaparecido. En su lugar, solo había un libro en el medio, cuyo título era “Misterios y Leyendas del Internado Brotherhood”.
Se acercaron al medio de la habitación, y Jay se agachó a recoger el libro. En ese momento, se oyó un fuerte golpe.
Al volverse, comprobaron aterrorizados que la puerta se había cerrado. Kathleen corrió a abrirla, pero fue en vano: estaban encerrados.
¿Qué era aquello? ¿Quién había dejado allí ese libro? ¿Quién los había encerrado? Y… Lo más importante: ¿por qué?
“No me puedo creer aún lo que ha ocurrido. ¡Ha sido ella! Ha venido esta noche, a hablar con nosotros. Nos ha pedido perdón; está arrepentida de todo el daño que nos ha hecho. Ha abandonado la Hermandad, y nos ayudará a escapar.
Al principio, para ser sinceros, he estado un poco recelosa. ‘No te creo’, le he dicho, ‘¿por qué habría de hacerlo?’. Cedric, más ingenuo, me ha intentado tranquilizar, ‘Gill…’ Pero no ha servido de nada.
‘Mírenos, demacrados, medio muertos, hambrientos. Y todo por su culpa y la de todos esos monstruos. ¿Qué podría hacerme creer que de verdad ha cambiado?’
‘Tienes razón, no tenéis ningún motivo para creer mis palabras, por eso he traído la prueba de mi arrepentimiento’. Nos ha mostrado una gran bandeja con panes, carne y fruta, para la cena; y un botiquín con todo lo necesario para curarnos. Nos ha curado las heridas y nos ha dado de cenar. Y he decidido que, por ese gesto, sí puedo creerla.
Nos ha explicado el plan: Él no sabe nada, no puede saber nada. Mañana se marcha de viaje, por un par de días, con los alumnos que se gradúan este año. Aprovecharemos por la noche, para evitar que nos vean. Ella nos abrirá las puertas traseras, que no las conoce casi nadie, y correremos hacia el bosque. Allí hay una cabaña, muy pequeñita, pero lo suficientemente grande como para que pasemos un par de noche. Nos ha guardado comida, mantas y leña para hacer fuego. Solamente podemos estar ahí hasta pasados dos días, cuando llegue la policía a buscarnos. Debemos recoger la cabaña; no se pueden dejar pistas, y correremos hasta un kilómetro después, donde hay una estación de autobuses. Cogeremos un autobús con dirección Liverpool, y allí tomaremos un ferry hacia Belfast. En Belfast nos espera un amigo de Ella, que nos ayudará con el trámite de la nueva identidad. Yo seré Bessie Baker y Cedric será Roy Morris. También nos falsificará los carnés de identidad, de modo que tendremos dieciocho años y podremos casarnos. Nos teñiremos y cortaremos el pelo antes de volver a Inglaterra, para evitar que se nos reconozca. Cuando regresemos a Inglaterra, seremos libres. Cedric dice que iremos a vivir a Edimburgo, como siempre ha sido mi sueño.
¿Será posible que por fin empiecen a ir bien las cosas?
                                                                                              Gill, 25 de febrero de 1982”

*La situación es un guiño a una escena del libro “Tres metros sobre el cielo”, de Federico Moccia. Por eso, los personajes se llaman ‘Babi’ y ‘Pallina’, como en a versión original, y no ‘Katina’ y ‘Babi’, como en la película española.