domingo, 2 de febrero de 2014

Capítulo 24: Violetas (Pt. 2)


  ¡Buenas! Primeramente, FELIZ NAVIDAD, PRÓSPERO AÑO NUEVO Y OS DESEO LO MEJOR; ya sabéis, esas cositas que debería haber deseado hace un mes pero... Mejor tarde que nunca :-). La cosa es que me fue genial en las notas, así que decidí dedicarme en las vacaciones a pasar de todo. Probablemente no os acordéis de nada, y lo más seguro es que ya nadie lea esta historia...
En serio, sé que os aburre esperar y que todos habréis abandonado el intento, porque yo lo haría. Pero yo sigo escribiendo para quien quiera leerme. Y pueeeees, un medio capítulo más. Espero que os guste y que si no, me digáis qué es lo que está mal. Muchísimas gracias por todo, un beso a todos.

 PD: no sé si os gustará la canción que elegí para este capítulo, pero creo que define cómo se siente Jay en este capítulo. Y aparte de eso, con esta canción escribí los siete primeros capítulos de la historia. Se merece un premio la pobre^^

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  Un golpe en seco proveniente de la puerta llevó a Kathleen y Jay a deshacer su abrazo, y mirar asustados hacia el monstruo de pelo cano y traje de chaqueta que los observaba con el mismo aspecto que un vampiro observa a una pobre virgen en mitad de la noche: los ojos sedientos de sangre, la mandíbula ligeramente ladeada a causa de la pérfida sonrisa.

  -Hora del adiós, tórtolos. Por favor, no me lo hagáis demasiado vomitivo.

  -Pero...- Ambos abrieron mucho los ojos. A Jay casi ni le salían las palabras.- ¿De qué habla?

  Un golpe tras de él, y sintió sus manos siendo aprisionadas por un par de esposas. Se volvió para encontrar a Loick mirándolo fijamente. Su... Tío. ¿Por qué no podía tener una maldita familia normal?

  -¿Qué tal, sobrino? ¿Te han dicho alguna vez que tienes la misma nariz que tu padre?

  Jay le propinó una patada en plena entrepierna. Loick gritó y lo soltó, cayendo de bruces contra el suelo.

  -¡Jay!- Kathleen se agachó a su lado y trató de quitarle las esposas; pero solo consiguió que las esposas, que ardían como el carbón en llamas, se congelaran.

  Fuera tronaba con fuerza y la lluvia asediaba el paisaje, pero a la vez hacía un calor sofocante. Los poderes de Kath y Jay estaban en contraste, luchando por sobreponerse uno sobre otro. El agua y el fuego nunca podrían tocarse, o se destruirían uno a otro. "Nunca podrían tocarse", quizá sí deberían hacer caso a aquella serpiente retorcida cuando les dictó que nunca mantuvieran ningún tipo de contacto físico.

  Warwick tomó con fuerza a Kathleen por los antebrazos.

  -¡Eres como un maldito grano en el culo! ¡Ni tu madre era tan puñetera!